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LAS ZONAS SAGRADAS Y LAS LUCES DEL URITORCO
Estudio
y seguimiento de la huella del Pajarillo por el Licenciado Angel Díaz
TALAMPAYA
El parque Nacional Talampaya es el refugio de un majestuoso
cañón al oeste de la provincia de La Rioja (
Argentina).
En una región donde dominan los profundos silencios
y las arenas del desierto los murallones custodian un camino
tallado por el antiguo río y la erosión de los
vientos formando un paisaje magnifico y sobrecogedor.
Talampaya significa en lengua aborigen RÍO SECO
DEL TALA, zona considerada sagrada por varias culturas
y comunidades que en los últimos 2000 años realizaron
allí sus ceremonias y ofrendas.
En el conjunto visual predominan agudas torres de piedra y
arenisca, gargantas horadadas en la roca por el desgaste de
milenios y paredones que alcanzan fácilmente los 100
metros de altura formando un corredor lleno de sorpresas a
los ojos del viajero.
Los procesos históricos de este lugar se hallan representados
en las litografías, los morteros de molienda y en las
diversas formas de expresar su cosmogonía que son testimonios
de distintos periodos históricos que se remontan mucho
más allá de la colonización española.
A la entrada del cañón encuentra el turista
una piedra enigmática -que aparenta ser desprendimiento
de un farallón contiguo- con unas figuras extrañas
que han llamado poderosamente la atención de los estudiosos.
Se trata de unas formas antropomorfas que han sido bautizadas
como LOS ASTRONAUTAS DEL TALAMPAYA.
Resultan un misterio porque la litografía que en apariencia
representa hombres no se condice con la forma en que los antiguos
de ese mismo período histórico graficaban a
las gentes de su tribu.
Estos ¨astronautas¨, según el contexto y significado
del dibujo, venían desde el cielo, desde un lugar que
estaba más alto que el vuelo de los cóndores,
descendían a la tierra y luego volvían al firmamento.
No es extraño que en las poblaciones vecinas al cañón
abunden las referencias sobre objetos luminosos desplazándose
por la zona en forma periódica, en el mismo lugar que
varias tribus eligieron para su culto cientos de años
atrás.
Un sitio sagrado para los antiguos pobladores y una constante
que escapa a lo casual, las luces dominando el lugar de culto.
En varias comunidades indianas del sur, centro y norte del
país hay una relación semejante y muy significativa.
Aveces es más frecuente en los cementerios donde descansan
los antepasados; allí - según los testimonios-
se ven masas luminosas que para los pobladores son causa y
consecuencia de un mismo fenómeno ya que ¨los
muertos piden algo¨, y cuando piden se manifiestan
de esta manera. Si bien apenas empezamos a orillar este aspecto
del asunto no es antojo del investigador detectar testimonios
sobre luminiscencias en la actualidad que no nacen del folklore
ni se avienen a nuestros días por el hálito
mágico del mito, sino, reiteramos, porque verdaderamente
se observan.
Las gentes creen que las fuerzas supranaturales que se alimentan
del alma de los muertos, más las poderosas creencias
antiguas, son las que provocan manifestaciones también
suprafisicas. Es una asociación similar a la visión
campestre que afirman que algunas luces coinciden con los
días de prácticas de magia y brujería.
Son relaciones lícitas si se piensa que hoy día
hay un buen número de personas que creen que en lugares
donde se cometieron crímenes o fueron epicentro de
tragedias diversas quedan como remanentes unos fenómenos
extraños producidos por el dolor, las pasiones y los
propios espíritus de sus protagonistas.
Sin embargo es posible que la visión de los antiguos
fuera más perspicaz y lógica que eso.
En la actualidad las regiones afectadas por la luz de forma
permanente son ciertamente respetadas por las comunidades
vecinas pues prefieren mantenerse a una distancia prudente
de ellas. Las etnias más ancianas (que rendían
culto a los distintos elementos de la naturaleza que los alimentaba)
habrían descubierto, como nosotros, lugares donde desconocidas
fuerzas se manifestaban durante la noche siendo probable que
aquellas alcanzaran valor de culto al considerar que tales
prodigios eran parte de mensajes de dioses, espíritus
o ancestros con una profunda significación sobre sus
creencias. Por lo tanto -como ahora- si descubrían
un monte, un cañón, un territorio de frecuentes
apariciones acabarían por elegirlo para situar allí
sus ceremonias votivas y de ofrenda, aún más
si en esos parajes las aguas corrían y tenían
condiciones especiales por fertilidad y estrategia.
Si nos ponemos en el lugar de esos hombres animistas y vemos
luces transitar un mismo lugar ¿ que significaría
para nosotros? ¿ a que nos movilizaría?
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El estudio de los
Ovnis aún no ha resuelto el problema
de la regionalidad de sus manifestaciones, sin embargo es muy probable
que en nada incidan las condiciones geográficas y medioambientales
para que se manifiesten debido a la gran variedad de suelos y paisajes
donde actúan. De tal modo el pensamiento mágico solo puede
interpretar mas no explicar sus causas siendo probable que una interesante
porción de todos los lugares consagrados por los antiguos
tuvieran causa en la luz y no al revés.
URITORCO
El estudio de los Ovnis aún no ha resuelto el problema de la
regionalidad de sus manifestaciones, sin embargo es muy probable que
en nada incidan las condiciones geográficas y medioambientales
para que aparezcan debido a la gran variedad de suelos y paisajes donde
actúan. De tal modo el pensamiento mágico solo puede interpretar
mas no explicar sus causas siendo probable que una interesante porción
de todos los lugares consagrados por los antiguos tuvieran causa en
la luz y no al revés.
Este es un pensamiento osado y al que debiera sostenerlo un estudio
pormenorizado de tales relaciones, lo que llevaría de un tiempo
y medios que lamentablemente no poseemos, pero las pistas que damos
no nacen de la especulación sino del intento de interpretación
de testimonios conjugados con viejas tradiciones y creencias.
Si hay un ejemplo vivo de ello ese es el Cerro Uritorco ( Córdoba)
o Cerro Macho, un monte sagrado para los Comechingones . Cabe destacar
que hace 13.000 años a.C. cazadores y recolectores ya habitaban
la zona de Ongamira ( pocos kilómetros detrás del Monte)
donde se hallaron restos humanos, utensilios, piedras pintadas y otros
objetos. Pertenecían los últimos habitantes de esta región
a la etnia Comechingón y su comarca era llamada Uncamira.
Cuando llegaron los españoles las tierras fueron otorgadas en
merced a Blas de Rosales en 1574 ( primer encomendero del territorio
cordobés). Este promovió la agricultura y la explotación
minera contando con la mano de obra de los naturales a los que sometía
y quienes al poco tiempo se rebelaron dándole muerte en las cercanías
de la gruta de Ongamira, lo que provocó por parte de los conquistadores
una violenta reacción que derivó en el arrinconamiento
y exterminio de los indios en el cerro Charalqueta donde habían
buscado refugio.
Para ellos, Uritorco, también llamado Cerro de los Loros, poseyó
un significado muy especial, allí moraban los espíritus
de sus ancestros quienes, curiosamente, se hacían visibles en
formas de esferas de luz.
Si tomamos una medición desde la base del cerro sobre Capilla
del Monte y nos trasladamos más o menos en línea recta
siguiendo por la franja de la Quebrada de la Luna hasta las cuevas de
Ongamira tendremos una longitud de aproximadamente unos 20 kilómetros
( 31 por la ruta ) donde a partir de 1986 se gestó con claridad
un antecedente de ¨Ventana¨ en nuestro país.
La Sierra del Pajarillo y la Quebrada de la Luna, en su ladera sur,
constituyen un bello paisaje, porque conjuga el tupido bosque serrano
( el monte) con los pajonales de altura de la Sierra.
Aquella noche del 9 de Enero de 1986 habría de ocurrir algo que,
según el investigador Ángel Díaz ( geólogo,
biólogo y miembro de la RAO), cambiaría el status sociológico
de la región.
Las alturas, de entre 1300 y 1500 m, recibían un cambio de tiempo,
con descenso de la temperatura, lo que motivó la formación
de nieblas y hasta ligeras lloviznas, que humedecieron el suelo y la
vegetación; de allí en más el tiempo mejoraría
sensiblemente.
Entre la poca gente que habita la Quebrada, a la vera del camino provincial,
está la casa de una anciana quién se halla acompañada
de una mujer y de un niño de 11 años.
A las 22:30 hs, se disponían a dormir, cuando ven que se filtraba
una luz entre blanca y rojiza, por los postigones de las ventanas que
dan al EN., hacia la Sierra del Pajarillo, distante 1 o 2 kilómetros.
Con curiosidad y precaución, se interesan por la fuente de origen
de esa extraña luz. Entreabriendo el postigón, ven la
lejana pero potente fuente de luz, variando entre rojo y blanco y sobrevolando
en idas y vueltas, lentamente, las laderas de esa Sierra cubierta de
pajonales verdosos. En seguida las mujeres cerraron las ventanas, dispuestas
a olvidar esa extraña luz, temiendo quizás secretamente,
que fuese la temida ¨luz mala¨.
El niño desde la cama, seguía percibiendo intermitentemente,
la luz del fenómeno y superando el temor, espiaba al objeto luminoso
que se acercaba zigzagueando lentamente.
Al cabo de unos 60 minutos, el objeto sobrevolaba el lugar, merodeando
la casa: los perros ladraban intensamente, rasguñando las puertas
de la humilde vivienda, en clara demanda de protección; tuvieron
que permitirles el acceso.
Hacia las 23:45 hs. el Ovni comenzó a alejarse de la casa, en
la misma dirección por donde vino, desapareciendo su luz hacia
las 24:00 hs, luego de una hora y media de su aparición.
Con dificultad los tres habitantes de la casa, conciliaron el sueño.
Levantados a temprana hora, el día siguiente, advierten algunas
alteraciones en los vegetales: el sauce habíase tornado amarillento;
unas vides y otras plantas aparecían marchitas, pero la mayoría
no mostraba nada anormal.
Un lugareño que muy temprano transitaba el sinuoso camino de
la Quebrada, cerca de la mencionada casa, observa distraídamente
el familiar panorama. Al avanzar y pasar frente a una de las tantas
pequeñas quebradas que forman los contrafuertes de la sierra,
le llamó la atención de inmediato, una extraña
quemazón, a unos 2 kilómetros del camino ( y de la casa,
hacia el NO. de la misma). No tuvo dudas de que esa quemazón
había ocurrido durante la noche pasada, de lo contrario él
lo hubiera sabido.
Pocas horas después, la noticia del Ovni y de la extraña
huella, llegaban a Capilla del Monte y se dispersaba a Córdoba
y en el país.
La huella tenía 120 m, por 65m, en una aproximada forma oval
( con el eje mayor en el sentido de la pendiente); el pajonal de 60
cm de altura, habíase quemado totalmente, excepto algún
resto inferior y sus raíces. El contraste con el verdor reinante,
impresionaba.
La extrañeza de la huella (o ¨mancha¨ como la llamaban
los lugareños) se fundaba en el hecho de que la quemazón
de pastos verdes y húmedos era inexplicable; junto a una ¨angosta¨
franja petimetra ( 2-3 m) de color amarronado. En la región,
la época de los incendios naturales es en primavera.
Analizada en detalle, la huella reveló en su mitad inferior,
hacia el camino, dos áreas circulares de 50 ms. de diámetro,
superpuestas un 50%, que correspondía al área más
quemada. A partir de estas áreas circulares, todo indica que
el incendio se propagó unos 40 m más, ladera arriba y
se extinguió prontamente. De allí que en esa dirección,
su forma es más irregular.
Las evidencias indicaban que el intenso calor que la originó,
muy superior a una simple combustión de hierbas ( quizás
300 o 500° c°) forzó el incendio de los pastos verdes,
pero al desaparecer o alejarse la fuente, pronto se extinguió.
Tras pacientes investigaciones llevadas a cabo por el eminente ovnílogo
y geólogo Ángel Díaz, que duraron años,
se descartó una acción incendiaria, deliberada, para generar
interés.
Díaz realizó un seguimiento de la evolución de
la huella, requiriendo repetidos viajes a la región.
Hasta los primeros 15 o 20 días, la huella era marrón
oscura, con un contorno marrón amarillento; contrastando con
la ladera verde. después de 20 días, comenzó el
rebrote de gramíneas ( efecto normal y conocido por los campesinos)
con un borde apenas marrón.
Entonces se manifestaba un desfasaje entre la evolución de los
pastos internos y el de la ladera, mientras los interiores se tornaban
cada vez más verdes, los del exterior comenzaban a amarillar
( era Otoño del 86); el borde se tornaba negruzco.
Al avanzar el invierno, la ladera se vuelve amarilla ( seca), mientras
que la huella, todavía enmarcada por el borde oscuro, se mantenía
verde. Durante estos 8 meses del 86, fue cuando más se notó
la huella; visible desde los 5 kilómetros o más.
En su interior las matas melenas de la paja brava - vegetación
predominante del lugar- se hallaban calcinadas, de tal modo que en el
perímetro de toda su extensión se notaba con claridad
como el pasto estaba totalmente quemado del lado interior mientras que
en su parte o borde exterior tenía apariencia normal. Cabe destacar
que este tipo de pasto es altamente combustible y que una llama, incluso
un fuego deliberado, es harto difícil de controlar aún
con la asistencia de decenas de hombres.
Mucho se dijo sobre un supuesto fraude pero después de 15 años
y mucha agua corrida bajo el puente ninguna de las supuestas explicaciones
o responsables han sido comprobados ni han aparecido.
El pormenorizado estudio de Ángel Díaz demuele las maniobras
escépticas con unos argumentos fundados y un continuo censo del
proceso de crecimiento de los vegetales que se suman a estudios de suelo
que dan validez a la naturaleza extraordinaria de este fenómeno.
Las explicaciones convencionales no pueden sustentarse y se ha llevado
a cabo una indagación detectivesca -de la que nosotros hemos
participado- para descartar cualquier posible maniobra o fraude. Largo
sería de explicar el asunto pero nos sentiremos satisfechos con
asegurar al lector un alto índice de extrañeza de dicha
marca inscribiéndola con riguroso criterio en la casuística
Ovni confiable.
Continúa hasta fines de año y Enero del 87, una época
en que la huella y la ladera se diferencian poco y el borde casi ha
desaparecido. Llega el otoño con sus colores verde amarillentos
y la huella es prácticamente invisible, por haberse uniformado
la ladera.
En ese invierno del ´87, la estación seca, huella y ladera
eran desde lejos, una misma cosa; todo el pastizal era un rubio tapiz.
La preocupación de las comunidades serranas en los días
de fines del invierno y la llegada de la primavera, es la amenaza de
los incendios naturales. Y fatalmente se produce uno de ellos, seguramente
por la desaprensión de algún visitante; afectando decenas
( quizás más de cien) hectáreas de la Sierra del
Pajarillo, consumiendo en pocas horas, los extensos tapices de pasto
y plantas secas; un verdadero desastre para la fauna silvestre.
Pasada la hecatombe, el olor acre y el paisaje desolador, oprime el
corazón de los serranos. De pronto, algo los conmueve...; no
todo era negro en la extensa ladera: el lugar otrora ocupado por la
olvidada ¨mancha¨, ahora se destacaba con igual forma, pero
de color amarillo, cual enorme escudo, contrastando con el negro pizarrón
de fondo! el Ave Fénix reaparecía.
Lo más sorprendente es que resurgía de entre las negras
cenizas su primitivo contorno que, en esta nueva versión estaba
respetado al decímetro.
Hechas estas descripciones podemos introducirnos en el verdadero proceso
Ovni que aconteció desde 1986. La prensa local y mundial se hicieron
pronto eco de los acontecimientos y atrajeron la atención de
una legión de investigadores y curiosos a los que luego se acoplarían
las personas ligadas a lo místico aunque algunas deambulaban
por ahí antes del 86.
Los primeros fenómenos registrados en el área se circunscribían
a la zona de la marca y no precisamente al Monte Uritorco, pero ellos
abrieron la puerta para que una larga tradición de observaciones
sumadas a las inmediatamente posteriores experiencias salieran a la
luz.
Se ha hecho particularmente enmarañado el deslindar de un buen
número de casos las influencias del misticismo que afecta en
algunas personas la conciencia de su propia percepción visual.
Es que a varios de sus ¨maestros¨ se les ha ocurrido la extravagancia
de sustentar su poder de convocatoria sobre los extraterrestres tildando
de fenómenos asociados a multitud de efectos visuales, satélites,
manchas en fotografías, relámpagos, linternas, etc. que
se suman inevitablemente a la autentica manifestación de eventos
no comunes, y que por su causa el investigador de campo rehuye para
evitar compilar comentarios y denuncias de gente confundida, mal orientada
o poderosamente afectada a la idea de los maestros cósmicos.
En capilla del Monte, sin embargo, la población natural sabe
bien que es una cosa y que es otra, pero el investigador debe encontrar
la veta oculta de la realidad Ovni antes de tirar el guante y caratular
a todo el asunto de disparate. Es una ventaja de la que hemos gozado,
estar desde el comienzo y haber aprovechado la información antes
que arribaran las docenas de grupos místicos con sus propios
iconos y búsquedas. Solo en la población natural, particularmente
en la más rural y antigua de la zona, podemos hallar un verdadero
prospecto de datos Ovni confiables.
Nuestro primer campamento en las serranías del Pajarillo se realizó
recién en Julio de ese año ya que en Enero estabamos viajando
por Bolivia y Perú. Ese viaje a la región, en medio de
una compleja realidad Ovni, fue el bautismo de fuego para nuestro grupo
pues se trataba de una de las primeras investigaciones de campo, y con
esas especiales características.
A no más de 100 metros de la elipse, todavía claramente
visible, hicimos campamento y durante 8 días relevamos el lugar
manteniendo prolongadas vigilias en noches gélidas y muchas veces
intolerables. No vimos nada muy sobresaliente en esa primer oportunidad,
solo algunas lejanas luces que a los 90° de altura sobre nuestro
horizonte hacían pronunciados zig zag, otras luces fugaces demasiado
similares a meteoritos, y unas particulares luminiscencias sobre las
serranías detrás del Uritorco que se elevaban y luego
descendían.
Campamentos en el mismo sitio realizamos en los años 87 y 88,
períodos en que se incrementaron las observaciones, cuando menos
para nosotros ya que pudimos captar con más claridad veloces
objetos esféricos semitransparentes introduciéndose a
la montaña a no más de 100 metros del puesto de observación.
Incluso tuvimos una extraña observación de objetos semejantes
a pájaros oscuros que recorrían la atmósfera a
tal velocidad que pensamos se trataban de efectos ópticos que
habían afectado por igual a los tres que estabamos ahí.
Solo algún tiempo después las referencias sobre Pájaros
de Acero que volaban rápidamente y se enterraban en las laderas
de las montañas vecinas comenzaron a aparecer como parte de viejas
referencias entre los pobladores.
No faltaron las pequeñas esferitas de luz opaca tan referenciadas
por los hombres de campo, y en la segunda expedición una de ellas
pasó por entre las piernas de uno de nosotros mientras se disponía
a tomar una fotografía en una tarde soleada.
En enero del ´90 Paco Martínez, integrante de nuestro grupo,
junto a 4 personas, entre ellos el principal testigo de el Ovni del
9 de Enero del 86, Gabriel Gómez, ascendieron las serranías
del Pajarillo en una caminata de reconocimiento. Por un error de cálculo
la noche se les vino encima y en medio de la profunda oscuridad y creciente
frío perdieron el camino de regreso, aun difícil de hallar
para un vaqueano como Gómez.
Era el martes 20, a las 21 hs, cuando desde la cima del Pajarillo y
hacia la zona de Ongamira comienzan a ver unas extrañas luces
que en forma secuenciada iban emergiendo.
En total pudieron observar 4 luces que variaban del blanco naranja al
rojo moviéndose con aparente independencia unas de otras, incluso
algunas ascendían hasta un punto por detrás del cordón
de las sierras y luego descendían. Toda la observación
habría durado no menos de 5 minutos. En un buen número
de casos muchas de las observaciones de luces se producían en
esa dirección o bien los objetos avanzaban desde punto similar
hacia el sur, sur-este y sur-oeste, de forma semejante que el Ovni responsable,
aparentemente, de la huella.
Lo verdaderamente importante vendría de la mano de los testimonios
de la gente. No solo que el fenómeno era muy antiguo y las luces
ya pertenecían a las referencias tradicionales del lugar, la
gente reconocía un incremento del número de casos a partir
de la huella, como si algo raro estuviese ocurriendo en la zona.
Nuestra inexperiencia no permitió realizar un trabajo estadístico
preciso en los momentos álgidos de la actividad Ovni pero antes
de que el lugar y la propia ciudad de Capilla del Monte fuera invadida
por personas con su propia fe y visión de los Ovnis, se aglutinaron
tantos comentarios que se hacía difícil estudiar siquiera
un pequeño porcentaje.
Los años de trabajo acudieron para salvar algunos de los muchos
errores de entonces con nuevos y más intensos relevamientos en
las zonas rurales y aledañas del Cerro que confirmaban las primeras
apreciaciones tenidas por aquellos días en medio de la sorpresa
y revasamiento casuístico.
La historia mágica del gran monte era tan antigua como los comechingones
y desde siempre se había sostenido que era un lugar de misterio
por las cosas extrañas que allí sucedían mucho
antes de la propia quemazón.
Tal es así que una que otra corriente de pensamiento pro ario
fecundó enmarañada con la tradición luminosa del
lugar amasando una compleja cosmogonía mística que sostiene
la existencia de una ciudad subterránea llamada Erks donde moran
maestros superiores y en la que, se dice, yace oculto del Santo Grial.
Con una innegable tendencia filo nazi que dominó en el tiempo
la interpretación de algunos de los sucesos extraños de
la zona progresó el culto a los Ovnis que dejó bajo una
gruesa capa de dudas e incertidumbres a una verdadera e importante manifestación
luminosa, constatada por muchos de nosotros en diferentes momentos a
partir del 86.
La única manera de determinar la verdadera dimensión del
fenómeno fue establecer un recorrido de unos 200 kilómetros
a la redonda partiendo del eje Uritorco y que como resultado nos dio
nociones precisas de la actividad de los No Identificados durante los
años.
Uritorco fue el epicentro del culto antiguo dado su porte majestuoso
que de por sí, y en comparación a la restante orografía,
resulta imponente. Era el centro sagrado de los comechingones, sin embargo
las esferas de luz poseen otros hitos territoriales que dibujan un mapa
fenoménico con mojones trascendentes que destacaremos más
adelante.
Pero está claro que el período de mayor intensidad registrada
en la zona durante las últimas décadas se concentró
en la franja que primero referenciabamos. De una actividad histórica
más o menos estable se paso violentamente a un número
de experiencias para entonces inaudito y por ello motor del escepticismo
de la comunidad investigativa.
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